jueves, 19 de diciembre de 2013

El héroe del pueblo

Se puso las mallas adornadas de colores chillones y abrió la desvencijada taquilla donde pudo observar la máscara que colgaba de una percha,  una vez por semana se la ponía y durante unas horas su vida cambiaba por completo.
-¡Huracán diez minutos y sales!-Le informó una voz desde fuera de los vestuarios.
Pero él ya estaba preparado, durante toda la semana anhelaba ese momento, cuando su mediocre existencia daba paso a esa otra vida, donde él era un héroe admirado y vitoreado por la gente. Observó el cartel que anunciaba el show, “20 de mayo Arena Coliseo de Chihuahua, Red Bandit vs El Huracán de Zacatecas por el Mexican Campionship”, sonrió al ver aquella falta de ortografía que era uno de los sellos de distinción de aquel título. Esa sería su noche, brindaría el cinturón de campeón a la multitud enfervorecida y por unos minutos se sentiría el rey del mundo. Se puso la máscara y se echó talco en los brazos y el torso, ya estaba preparado para salir.
Se asomó por la salida y vio a su rival, Red Bandit, quien cumplía su papel a la perfección provocando a un público que le abucheaba, era él mismo quien debía ser el héroe aquella noche, hacer olvidar a aquella gente sus tristes vidas y de paso olvidar la suya misma. En ese momento el pabellón se quedó a oscuras y la voz del “speaker” resonó por todo el pabellón:
-¡Aspirando al título de “Mexican Campionship”, con 79 kilogramos de peso y metro setenta y cinco de altura, desde Sombrerete estado de Zacatecas…..EL HURACÁN DE ZACATECAS!
Las luces iluminaron todo el pabellón y el público se puso en pie aplaudiendo y coreando su nombre, de la que avanzaba hacia el ring se mezclaba con los fans que le mostraban todo su ánimo mientras él les devolvía su gesto característico. Se subió al ring y apoyándose en las cuerdas antes de entrar en el mismo, miró al infinito en aquel enorme pabellón alzando la mano al cielo.
Entró en el ring y entonces el referí dio comienzo al combate haciendo sonar la campana. El Huracán y su rival se tantearon durante unos instantes,  momentos antes de enzarzarse en el combate. Red Bandit increpaba al público con gestos obscenos y palabras groseras, mientras el Huracán trataba de buscar el apoyo del público, fue entonces cuando su rival le atacó desprevenido provocando los abucheos de gran parte de la grada.
El combate comenzó con poca intensidad, los luchadores se intercambiaban golpes y se mostraban cierto respeto. Fue entonces cuando el combate empezó a tomar forma y fue Red Bandit quien tomó la iniciativa con un par de llaves que hicieron crujir la espalda del Huracán, muchos pensaban que estos espectáculos no eran más que meros videoclips con coreografías absurdas y completamente inofensivos pero él sabía que al día siguiente el dolor inundaría todo su cuerpo. Bandit le estaba dando una paliza y tras hacerle una plancha desde uno de los postes del cuadrilátero, parecía todo perdido.
Red Bandit aprovechó que su rival estaba tendido en el suelo para burlarse de él y del público con gestos obscenos y simulando que ya tenía el cinturón de campeón, entonces los asistentes empezaron a corear el nombre del Huracán buscando darle fuerzas. Bandit se disponía a aplicar su movimiento final que sin duda supondría el fin del combate cuando los ánimos del público le revivieron y pudo esquivar el golpe.
El combate entonces cambió de color y fue el Huracán quien comenzó a coger la iniciativa del mismo con todo tipo de llaves y movimientos desde los postes, para finalmente realizar un acrobático golpe que dejó a su rival completamente KO.
-¡UNO, DOS…..TRES!-Coreó todo el pabellón al unísono.
-¡EL HURACÁN DE ZACATECAS VENCE POR CUENTA DE TRES Y ES EL NUEVO CAMPEÓN DE MÉXICO!-Anunció emocionadamente el “speaker” mientras el árbitro entregaba el cinturón de campeón.
Tomó el cinturón y se quedó observándolo durante unos segundos, el cuero ya estaba desgastado al igual que la placa donde se podía leer “MEXICAN CAMPIONSHIP 1968” y el águila devorando la serpiente que simbolizaba al país. Entonces cogió el título y lo alzó ofreciéndoselo al público y al mundo, esa sensación era parecida a la gloria. Se subió a las cuatro esquinas mostrando a todo el mundo, el cinturón que le acreditaba como campeón de México y gran parte del público seguía allí vitoreándole, resistiéndose a finalizar aquella gran velada.
Cuando bajó del ring saboreó las mieles de la victoria, la gente del público le felicitaba y se sacaban fotos con él o le pedían autógrafos, tanto niños como mayores. Un grupo de chicas le pasaron una nota con sus números de teléfono a la par que le guiñaban el ojo. En cuanto le vio el jefe de entrenadores corrió a darle un abrazo, diciéndole que de veras se merecía esta victoria, de camino a los vestuarios todo el equipo le iba felicitando.
Fue entrar en el vestuario y una nueva oleada de aplausos le recibió, todos sus compañeros estaban de pie para felicitarle, muchos de ellos ya estaban listos para marcharse y habían esperado solo para verle. El primero en acercarse fue el Red Bandit que acababa de salir de la ducha y le dio un fuerte abrazo, entonces le dijo:
-Habíamos quedado para tomarnos unas chelas ahora mismito, ¿supongo que el flamante campeón vendrá con nosotros?
-Es una lástima pero debo de hacer una sustitución en la gasolinera.-Respondió apesadumbrado el Huracán, recordando las obligaciones de su otra vida.
-Es una pena, sabes tan bien como y que los viernes noche de Chihuahua son peligrosos.-Entonces Bandit soltó una sonora carcajada.
-Tengan cuidado de no tomar demasiado y vigilen con quien vuelven para casa, ya saben que la noche confunde.-Dijo divertido Huracán.
-¡Mientras no sea tan pinche pendeja como tú me basta!-Soltó bromeando otro de los luchadores que estaba ya preparado para marcharse.-Entonces la semana que viene segurito que te vienes.
-Sí, la semana que viene les seguiré el paso. Nos vemos el miércoles en el entreno.-Le respondió el Huracán al compañero que ya salía por la puerta.

Mientras se desvestía y vendaba un par de golpes que había tenido durante el combate, el vestuario se fue quedando en silencio y vacio, ya no quedaba nadie cuando salió de la ducha. Mientras se secaba fijó su vista en la taquilla donde colgaba la máscara que le había dado la gloria aquella noche, en el banco apelotonado se encontraba su uniforme de trabajo para la gasolinera. Volvía a ser Ramón Solís y dejó a un lado al Huracán de Zacatecas, quien había dado la gloria aquella noche, observó el cinturón de campeón y lo guardó como oro en paño para devolverlo al director, quien debía guardarlo para el próximo combate. No sabía si dentro de una semana volvería a experimentar la gloria o quizás una amarga de rota, miró la hora y abandonó apurado el vestuario, había llegado la hora de volver a su otra vida, la que carecía de focos y de gloria.

sábado, 14 de diciembre de 2013

El masón

Febrero seguía siendo un mes frío en Bruselas, por ello Jonathan Evans se sorprendió al encontrarse a un grupo de manifestantes que se encontraba a la entrada del Parlamento.

-¡No a la 587!-Gritó uno de los manifestantes cuando pasó a su lado.

Evans se paró un momento junto a los manifestantes, que no superaban la docena, y les saludó con una leve inclinación de cabeza a modo de burla para luego adentrarse en el edificio.
El edificio del Parlamento Europeo se encontraba prácticamente desierto, "No hagas trabajar a un funcionario europeo más tarde de las 5" pensó con desprecio Evans mientras avanzaba con tranquilidad por los pasillos del edificio. Llegó a la entrada de la oficina y le recibió una chica joven, era alta, rubia y con unos grandes ojos azules.

-Soy Elena Lindgren, la asistente personal del Parlamentario Svensson.-Dijo la chica en un perfecto inglés mientras le tendía la mano.

-Jonathan H. Evans.-Respondió sonriente estrechándole la mano.-Tengo una reunión concertada con el Parlamentario.

-Por supuesto señor Evans, le avisare ahora mismo.

Pasados un par de minutos la chica salió de la oficina y le hizo pasar adentro. Evans cerró la puerta tras de sí y se encontró a un hombre de unos cuarenta años sentado al otro lado del escritorio. Era un hombre bastante atractivo, su color de piel anaranjado revelaba una afición por el solárium y su pelo rubio perfectamente peinado un gran cuidado a su apariencia. Había visto al parlamentario en fotos pero no lucía tan sonriente como en ella sino que mostraba un aspecto sombrío.

-Siéntese señor Evans.-Dijo el parlamentario con voz seca y un perfecto acento americano, que denotaba su alta preparación.

Evans se sentó en la confortable silla y posó su maletín sobre la mesa.

-Ha de saber que me reúno con usted únicamente por la insistencia del Comisionado Wozniak.-Espetó el parlamentario con seriedad.-La postura de mi grupo frente a la Regulación 587, es inamovible.

Jonathan Evans sonrió cínicamente y se reclinó sobre la silla.

-Venga señor Svensson, solamente he venido a debatir amistosamente y quizás llegar a un acuerdo.

-Si quiere hablar sobre otro asunto está bien, pero no cambiaremos nuestra opinión sobre la 587.-Manifestó brusco su interlocutor.

En ese momento el semblante de Jonathan Evans cambió y la sonrisa se borró de su cara, con inusitada tranquilidad abrió su maletín del que sacó una pequeña carpeta con unos documentos y una tablet, posando ambos objetos sobre la mesa. Miró fijamente a los ojos azules de su interlocutor, que le sostuvo la mirada desafiante, y habló mientras abría la carpeta dejando a la vista unos documentos.

-Usted representa a una zona próspera, industrializada, buenos servicios sociales...-Tendió uno de los documentos al parlamentario mientras continuaba hablando.-Sería una pena que por su culpa, muchas de esas empresas tuvieran que cerrar, gente perdiendo sus trabajos.

-¡¿Me está chantajeando?!-Exclamó enfadado el señor Svensson mientras tiraba aquel documento al suelo.- ¿A qué clase de lobby mafioso pertenece usted?

Casi sin prestar atención, Evans cogió la tablet que se encontraba sobre la mesa y echó una mirada a la fotografía que había en un pequeño marco sobre la mesa. El parlamentario Svensson posaba junto a su esposa y dos niños, los cuatro sonreían, una auténtica familia de anuncio. Miró fijamente a Svensson y le tendió la tablet mientras accionaba el botón que reproducía el vídeo.
Evans se volvió a reclinar sobre la silla mientras observaba como el rostro de Svensson palidecía mientras observaba el vídeo, en él Svensson disfrutaba de un encuentro sexual con una jovencita. Evans podía ver como el sudor cubría la cara del parlamentario a medida que los gemidos procedentes del vídeo se hacían más audibles.

-No tiene ni idea de a quien represento señor Svensson.-Tomó la tablet de la temblorosa mano de Svensson y continuo.- En cuestión de minutos podría hacer llegar este vídeo a los principales noticieros del mundo, no tan solo destrozaría su carrera política también su familia...

-¿Có...cómo?-Balbuceó el parlamentario visiblemente nervioso.

-Usted es nuevo por aquí, pronto sabrá cómo funcionan las cosas.-Respondió alegremente el señor Evans mientras recogía sus cosas en el maletín.-No se preocupe, mis clientes también saben ser agradecidos con quienes colaboran.

El señor Svensson se cubrió la cara con ambas manos y luego volvió a mirar a Evans, quién seguía apoyado en la silla.

-Si mañana mi grupo aprueba esa regulación, la prensa me destrozará, mi carrera sufrirá un severo revés.-Dijo el hombre con voz temblorosa.

-No se preocupe, la prensa estará más pendiente de otras cosas.-Contestó mientras le tendía el periódico del día en el que se podía leer con grandes letras: "Europa alerta por la inminente expansión de la gripe rusa".-Si me disculpa ahora he de irme, tengo un poco de prisa.

-Desde luego señor Evans...

-Puede llamarme Jonathan, aunque algunos de sus colegas también me conocen como "El masón".-Respondió Evans con sorna para acto seguido levantarse y abandonar la oficina.

Cuando abandonó el edificio había comenzado a llover, Evans echó un vistazo al lugar donde se encontraban los manifestantes para comprobar que se habían marchado. "Quieren tumbar una regulación pero no son capaces de aguantar cuatro gotas" pensó con malicia. De la que se alejaba del edificio se le acercó una mendiga, iba vestida con harapos y tenía la cara ennegrecida por la suciedad.

-Por favor señor, una moneda.-Suplicó la mujer en inglés con un marcado acento del Este.

Evans sonrió y sacó de su gabardina un billete de 10 euros que depositó en la sucia mano de la mujer quien al tocarlo lo agarró con fuerza y exclamó en voz alta.

-¡Es usted un santo!

-Eso mismo pienso yo.-Contestó Evans para sí mismo mientras se alejaba bajo la lluvia.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Caminante no hay camino

Los caballos tiraban del carro traqueteante mientras atravesaba los pedegrosos caminos del Pirineo. El sonido de los disparos y bombas en el horizonte, señalabana el ensañamiento del ejército vencedor contra los últimos reductos de resistencia.

La salud del hombre estaba ya muy delicada pero no pudo resistirse a asormarse al exterior para echar un último vistazo a su amado país. A los lados del camino pudo observar con tristeza un grupo de personas cargadas con sus posesiones que al igual que él huían a un destino incierto. Una de las mujeres llevaba el cuerpo inmovil de su hijo en brazos, el dolor y la tensión de su cara contrastaban con la mortal tranquilidad del niño.


La fuerte tos interrumpió sus pensamientos, no sabía si sobreviviría al viaje, ¿tenía todo aquello sentido? Una de las mujeres que se encontraba en el carro le acercó un poco de agua.


-¿Se encuentra usted bien señor?


-Mentiría, si le dijera que sí.-Respondió el hombre cínico mientras cogía bota llena de agua.


-No se preocupe, mañana estaremos en Francia.-Dijo la mujer como tratando de convencerse a sí misma.


El hombre se volvió a sentar en el carro y contempló el paisaje nevado, mientras imagenes de todo lo que quedaba atrás cruzaban su memoria. Las lágrimas brotaron de sus ojos, no le atemorizaba la muerte sino todo lo que dejaba atrás, la misería de la guerra, su hogar y sus amigos. Absortó en sus pensamientos recordó un poema, escrito hace años, y con su voz entrecortada como un llanto declamó sus últimos versos en la patria a la que ya no volvería:


“Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.”*



*Poema original de Antonio Machado, Proverbios y cantares (XXIX).

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Amigos de la infancia

Aquel hombre vestido de forma extravagante se encontraba sentado junto a la ventana mirando al mar desde una de las cafeterías situadas junto a Ocean Avenue. Se tomaba tranquilamente una ‘Budweiser’ cuando la puerta se abrió y un chico joven entró, y al verlo fue rápidamente hasta la mesa y se sentó visiblemente nervioso.
-Ha pasado mucho tiempo Elliot.-Dijo el hombre tendiéndole su mano mostrando unos dedos extraordinariamente largos.
-¿Eres tú E…T…?-Balbuceó el chico sin salir de su asombro.
-Eduard Turner, ahora ese es mi nombre.-Contestó el hombre con un extraño acento mientras le tendía su carnet de conducir.-Hace un calor horrible aquí en California.-Dijo colocándose el sombrero.
-¿Creí que te habías marchado?-Preguntó el chico atónito señalando hacia el cielo.
-Eso os hice creer, pero nunca quise marcharme…-Acabó la cerveza que le quedaba y añadió.- ¿Todo cambio aquel día?
-¿Qué pasó aquel día?
-Tuve que aprender a hacerme yo la maleta para poder vivir.
El chico se le quedó mirando con cara de no haber entendido nada.
-Elliot, eras un buen amigo y todo eso, pero no podía tener una niñera a mi lado todo el día.-Se colocó bien las enormes gafas de sol y dijo.-Digámoslo así tenía que volar del nido.
-Pero…
-Mira Elliot ahora tengo trabajo, mi propio coche y estoy saliendo con una chica, Cindy se llama.-Interrumpió al chico luego con una risita añadió.-Y está bien buena.
El hombre se levantó dejando un billete encima de la mesa y tendió su mano al chico diciendo.
-Siempre es un placer ver a los viejos amigos, salúdame a la familia.
El chico aún perplejo pudo ver cómo su amigo de la infancia se alejaba bamboleante con su extravagante atuendo.
Un vez llegó al Motel donde vivía, se quitó aliviado el sombrero y la bufanda, le daban un calor insoportable, y luego se quedó mirando al espejo. En ese momento su móvil sonó.
-Eduard Turner agente inmobiliario, ah eres tú Cindy cariño…sí, sí, está noche te recojo a las ocho, yo también te quiero.
Colgó el teléfono y lo tiró encima de la cama, luego se quitó la pesada gabardina y se encendió un cigarrillo mientras murmuraba para sí.
-Estos humanos son estúpidos…

martes, 10 de diciembre de 2013

¿Qué fue de nuestros sueños?

Creíamos que el mundo sería nuestro, tantos sueños, tantas esperanzas que ahora golpean nuestra realidad.

Los años se escurren entre nuestras manos, mientras observamos como aquella juventud; nuestra, que creíamos eterna; se aleja poco a poco.


No somos jóvenes, pero poco hemos avanzado.


Nos prometieron el mundo, y cuando creímos tenerlo muy cerca, nos lo arrabetaron.


Volamos del nido, abandonamos el hogar.


Fuera de las fronteras, tierras extranjeras; nostalgia, sudor y lágrimas.


Contamos los días para volver al hogar, para contemplar decepcionados, aquello que nos quitaron.


Una generación perdida, viejos estudiantes o jóvenes desempleados…


¿Qué fue de nuestro sueños, nuestras esperanzas?

Son solamente palabras

Un pequeño lugar de expresión personal y literaria. Reflexiones poéticas y relatos cortos de este humilde autor amateur que pretende compartir con el mundo sus creaciones literarias.